sábado, 3 de enero de 2009

Viaje a Calakmul y Tikal


Día 1°: 25 de Diciembre de 2008

En esta ocasión el punto de origen fue Querétaro. Navidad obliga.
Salimos al mediodía rumbo al sureste perfectamente pertrechados con todas las tonterías adquiridas en nuestro último viaje a USA: GPS, reloj con brújula, altímetro y barómetro y la nueva cámara digital. Por primera vez usamos el nuevo libramiento de la Ciudad de México, el llamado Arco Norte. Lo tomas unos kilómetros antes de la caseta de entrada a la Ciudad y te lleva a Texcoco, para de ahí poner dirección a Calpulalpan y tomar la autopista a Puebla a la altura de San Martín Texmelucan. Cuando lo terminen y esté bien señalizado, será una buena opción. Ahora lo calificaré como "no está mal". Tras un par de paradas para poner gasolina en Puebla y en la Tinaja, llegamos a Coatzacoalcos, después de admirar el Pico de Orizaba y sin nada reseñable. En esta ciudad hay un hotel City Express ( $710). Son esos hoteles que no hay que buscar, te los topas. Tras la rutina de bajada de equipaje, siempre mucho, y la consiguiente entrada y registro, nos instalamos en nuestra habitación. Sin GPS ni reloj, hubiéramos llegado igual, la verdad. Ahora empezaba la aventura: buscar donde cenar el dia de Navidad a las 9 de la noche. Nuestra mejor opción fue el bufet del California cerca del hotel. La otra era un Domino´s. Llegó la hora de descansar.

Día 2°.

Después de dar cuenta de algo del desayuno que ofrece el hotel, a las 8:30 poníamos rumbo a Tikal, Guatemala. Una jornada de carro larga. La primera parada, en Escárcega para estirar las piernas y poner gasolina.... pero después de buscar un rato, en ninguna de las tres gasolineras hay gasolina, ni de la roja ni de la verde. A esperar a la pipa. Tuvimos mucha suerte y solo tardó una hora. Invertimos un par de horas en lo de repostar en Escárcega. A la salida del pueblo, compré un bidón de 20 litros .... no sé para qué, pero eso provocó la falta de gasolina, que hiciera esa estupidez. El bidón había contenido esencia de fresa, con lo que la estupidez fue mayor. Este contratiempo provocó que en Chetumal pusiéramos fin a esta etapa. La búsqueda de hotel la solucionaron dos féminas que paseaban haciendo ejercicio por la zona de lo que debe ser el paseo marítimo de Chetumal ( bastante bonito, por cierto, al menos de noche). Uso el término fémina, porque es el que mejor se adapta, ya que la edad estaba bastante bien camuflada por algunas operaciones estéticas. Nos mandaron al hotel Noor ( $1000). Excelente elección, la verdad. Frente al mar. Moderno y cómodo. Después de instalarnos, salimos a dar un paseo por la zona. Cerca hay un restaurante El Portón y un Sam´s Club. Si van al Sam´s, hay que abrigarse bien, pero muy bien. Comimos en el restaurante que hay en el hotel, pero que no es del hotel. Realmente muy bueno y muy a gusto y relajado. Estábamos nosotros, una pareja de chicas tomando café y una familia de extranjeros cenando. Si el tranvía turístico no hubiera pasado con tanta frecuencia y con un volumen de música que hacía temblar el piso, hubiéramos cenado más tranquilos todos, sin tanto sobresalto. Después de la cena dimos un paseo para el otro lado del paseo marítimo. Siempre me han llamado la atención los adornos de Navidad en las ciudades con tanto calor, aunque lo tienen entre naco y no está mal. Fue un buen paseo para relajarse antes de descansar. El día siguiente sería incierto.

Día 3°.

El café del termo del hotel fue suficiente este día para arrancar. De Chetumal a Belize son 4 kilómetros de autopista. Una entrada te lleva a la zona franca y otra al pais. Antes de la bifurcación, compramos nuestro seguro del carro a 6 dólares americanos por dia ( la conversión es 1 dólar americano = a 2 dólares de Belize ). El trámite de entrada al pais consiste en: 1.- Fumigar el carro, 2.- Formarse para pasar la aduana, 3.- Pasar el equipaje por la revisión, 4.- Pasar el carro por su aduana, 5.- Recoger el equipaje al otro lado de la revisión. No hay que pagar nada si no duermes en el pais, ese era nuestro caso. Las carreteras de Belize no son malas, equivalentes a las libres de México ( las rojas de la Guia Roji ), con sus topes, poco pintadas y mal señalizadas, de buen firme y casi sin hoyos. Al llegar a Belize City, se toma rumbo hacia la capital, Belmopan, a mitad de camino de la frontera con Guatemala. Un par de kilométros más adelante, uno toma conciencia de dónde y cómo vivirá cuando ya no viva: la carretera atraviesa exactamente por el medio, con glorieta y todo, el cementerio de la ciudad. Después de una repostada, de sortear una manada de búfalos que se nos atravesó en el camino y de dos puntos de revisón del seguro del carro, llegamos a la frontera. Lo de esta frontera es surrealista. Está entre dos aldeas y todo se arregla con quetzales, con muchos quetzales ( 1 quetzal = a 2 pesos mexicanos. ) Lo mejor es contratar a una de las personas que pululan por allá. Nosotros nos topamos con Élmer, que realmente nos arregló todo bastante bien y rápido por 50 quetzales. También tienes que fumigar el carro, pagar, pasar aduana, pagar, pasar el equipaje, pagar, pasar una pluma, pagar. En Guatemala no se necesita seguro para circular y aunque lo quieras contratar, no puedes, sólo necesitas pagar un impuesto para circular por el pais. Hay que guardar todos los documentos que te dan a la entrada, porque sino, tienes que volver a pagar a la salida. El cambio de moneda se puede hacer allá o en otro lugar, es igual. Déspués de pasar un interesante puente de madera sobre un rio donde habia mucha gente ponemos rumbo a Santa Elena y a la Isla de Flores, ya que Tikal cierra a las 17:00 y no alcanza el tiempo. El primer tramo de camino es una pista de terracería en buenas condiciones. Después le sigue un camino asfaltado de pésimas condiciones que hace añorar la terracería, para terminar en una carretera más decente. Llegamos al Lago del Petén y entramos a la Isla de Flores a buscar alojamiento. Son hoteles de no muy buena calidad, sin estacionamiento y de alrededor de 100 dólares americanos. Asi, que auxiliados por el personal amabilísimo del centro de atención turística, optamos por el hotel fuera de la isla, Petén Espléndido, de 183 dólares americanos por noche con desayuno bufet incluido. Es el mejor hotel de la zona, pero le sobran un buen puñado de estrellas.( Ya debemos ir notando el desfalco que nos supuso estar 24 horas exactas en Guatemala. ) Nos instalamos y salimos a dar un paseo por la zona. Es hermoso, realmente hermoso. La isla, el lago, la zona, todo bellísimo. Creo que se pueden dar paseos por el Lago; nostros preferimos pasear. En mitad de nuestro paseo nos encontramos en el lobby de un hotel a la familia que estaba cenando en el hotel Noor de Chetumal. En 20 minutos le habíamos dado dos vueltas a la Isla y comprado unos recuerditos a la familia asi que nos sentamos a comer en uno de los restaurantes que tienen vistas al lago. La cerveza Monte Carlo entra bien, pero cansa, tiene un punto ahumado que empalaga, la otra es la Gallo, equivalente a la Corona, pero con menos sabor. La comida, como la de acá, pero mala, al menos nuestra elección : sopa chapina ( una sopita de frijol pasable) y puyazo, una suerte de suela de zapato con forma de arrachera para dientes bien afilados. No tenían nada de postre, así que optamos por un helado. Compramos Revive ( el Gatorade local ) y Salvavidas ( la marca de agua del lugar ) para el paseo por Tikal y nos tomamos unas cervezas en el hotel antes de descansar.

Día 4°.

El hotel ofrece un bastante buen bufet para desayunar, así que dimos buena cuenta de él tempranito antes de poner rumbo a Tikal. Es impresionante la visión del Lago a esa hora, como las 7:30 de la mañana. Las nubes flotan sobre el agua producto de la inversión térmica tropical. Al cabo de una hora larga de conducción por una carretera bastante decente se llega a la pluma de entrada al Parque Tikal. Allá registran tu carro y anotan la hora de entrada. Debes llegar al siguiente control 22 minutos después. No sé que ocurre si no lo cumples. Nosotros hicimos los 22 minutos. Buen estacionamiento e inmediato ofrecimiento de guías......a 450 quetzales. La entrada cuesta 150 quetzales y no incluye el derecho de entrada a los dos museos, que son otros 20. Llevámamos unas copias de la guia que publica http://www.arqueomex.com/ sobre Tikal, que nos fue bastante útil. Es un lugar fascinante, con mucho por descubrir y bastante descubierto y bien cuidado. El núcleo principal ( la Plaza ), es pequeño, coqueto, recogido, e imponente en altura. En tres horas se ve bastante bien el lugar, subiendo a lo que hay que subir. Estoy acostumbrado a los sitios arqueológicos manejados por el INAH en México, que están señalizados a la entrada del lugar y luego en cada edificio o lugar importante hay un croquis con su descripción en tres idiomas. En Tikal no hay nada, pero nada de nada, bueno,.......los guías, claro, pero ya saben, a 450 quetzales. Llevar una guía impresa orienta y ahorra. No tiene tienda digamos oficial, tan solo un tianguis bastante informal y unos servicios bastante justos. Conveniente llevar y usar bloqueador solar y repelente de moscos además de Revives y Salvavidas abundantes. Al salir también controlan la velocidad hasta la pluma de salida, los 22 minutitos de rigor. Un misterio saber qué pasa si uno hace 15 minutos. Si alguien decide probar, que me lo cuente, por favor. Me quedé intrigado. Después de la visita, pusimos rumbo a México, confiando en que Elmer estuviera en la frontera esperándonos como estaba apalabrado.Fueron exactamente 24 horas en Guatemala y 400 dólares americanos gastados. Mismo camino de regreso y sólo un dato, el galón de gasolina en Guatemala cuesta 25 quetzales, hagan cuentas. En Belize 5 dólares locales. Bueno, llegamos a la raya y estaba Élmer. Un respiro. Él arregló la salida de Guatemala y la entrada a Belize. Todo bien y rápido, aunque muy complicado sin ayuda. Ya saben, fumigar, pagar, entrar, salir, equipaje, aduana....... De nuevo en Belize, sólo hicimos dos paradas: una para repostar y otra para gastar 24 dólares belizeños en el primer imán para Claudia. Y atravesando grandes extensiones de verdes cañaverales, llegamos a la frontera de nuevo. El proceso de salida de Belize fue tranquilo y al llegar a la aduana mexicana nos toco alto en el semáforo. Entramos a la hora de regreso de todos los que fueron a comprar a la zona libre. Nos preguntaron qué habíamos comprado ( nada ) y nos dejaron pasar. Ni pasaportes ni nada de nada. Bienvenidos a su pais. Chetumal amerita una noche y ya la tuvo, asi que pusimos nuestras miras en la laguna de Bacalar. Elegimos el hotel La Laguna de 580 pesos la noche con ventilador y sin aire acondicionado. Se cena bastante rico y más si vienes de fuera. Tres chelitas más tarde estábamos descansando. Para el día siguiente no habíamos preparado nada.

Día 5°.

Realmente impacta amanecer a los pies de la Laguna Bacalar. Es una sensación de paz difícil de describir. Nada de ruído, sólo calor y color, mucho color. Todo en calma. Yo también. En el desayuno decidimos tomarnos un respiro e ir a Majahual a ver qué nos ofrecía. Bien cargados de gasolina y con un sol de justicia tardamos una hora en llegar al puerto. Mirando al faro, hacia la izquierda, el lujillo y el pseudoglamour de donde llegan los cruceros, a la derecha el pueblito. Optamos por la derecha. En capitanía de puerto pregunté al oficial a cargo por algún lugar para alojarnos y las dos recomendaciones estaban sin lugar. Nos fuimos alejando del centro hacia el sur y en el hotel Maya Luna tenían una disponible para sólo una noche. No necesitábamos más. 400 pesos, una ganga, de verdad. En la playa. Nos disponíamos a no hacer nada, ni manejar, hasta el dia siguiente y apenas eran las 11 de la mañana. Estamos sentados tomando unas cervecitas frente al Caribe. Casi nadie en la playa, una o dos personas a lo más. El negocio es de unos italianos. Me caen bien estos tipos. Llegan a lugares realmente fantásticos, se integran con los lugareños y respetan bastante el entorno. Nada de grandes moles de hormigón plagadas de estrellas donde te anillan como a una garza y te desanillan cuando no te cabe más alcohol barato y te mueres de chorrillo de tanto comer en sus múltiples bufets. En esos grandes resort de pulserita, que también los disfruto, pero no más de 3 días, tengo la sensación de que en el momento de anillarme, paso a pertenecer al hotel, no soy libre de salir, todo lo tengo que hacer allá. En los otros, como éste de Majahual, la sensación es contraria, siento que el lugar me pertenece a mi. Qué bien lo hacen estos italianos que conozco, de verdad. Igual en Chivato. O en Laguna de Coyuca. Pasó por delante de nosotros un coche con placas de Honduras.... eso me hizo pensar que se puede llegar hasta allá. Comimos en la zona del paseo, donde hay más bullicio, apenas un kilómetro de nuestro hotel. Cocktelito de camarón y pescado empanizado, un clásico. Comer en la arena frente al mar cambia el sabor de la comida o al menos no te fijas en él. Regresamos al hotel a descansar un rato. A media tarde salimos a ver la zona de los cruceros. Apenas empieza, pero ya hay un hotel que parece bueno y grande y varios proyectos de los que los gringuitos que llegan demandan: Hard Rock y ese estilo de placeres que ellos disfrutan. Ya saben, el gringo logra que en cada país que vaya tenga exactamente lo que tiene en su pais: Coca -Cola, Starbuck, MacDonald, Hard Rock, pura exquisitez. Regresamos al hotel y paseamos hacia la zona comercial. Es un paseo muy agradable, al menos al atardecer, con la brisa marina refrescando. Conseguido el segundo imán para Claudia, regresamos al hotel a cenar. Tiene un buen restaurante. Debe ser la mejor opción de la zona, al fijarse en la gente que lo ocupa. Pocas mesas, buena comida, regular servicio y buenos precios. Todo italiano. Los comensales que nos rodeaban iban al día siguiente a Chinchorro. Queda pendiente. Son esa gente que en los fines de semana no saben si irán a Cuerna o a Valle. Pues en Navidad fueron a Chincho. Llegó la hora de dormir.

Día 6°.

Tempranito, a las 7 salimos a buscar algún lugar para desayunar. Todo estaba cerrado, hasta la recepción del hotel, así que dejamos la llave pegada en la puerta y nos fuimos a intentar desayunar algo en Bacalar. En el camino, nos cruzó un tucán en pleno vuelo por encima del carro. ¿Si los tucanes supieran la emoción que nos produce verlos libres, se dejarían ver más? Las ballenas grises sí lo saben y se dejan, y mucho. Aprovechamos la parada en una gasolinera para poner gas, desayunar algo de la tiendita y sacar lana del cajero. Con el tanque, el estómago y la cartera llenos, empezaba nuestra ruta maya del sur de la península. Recuerdo de nuevo usar las guías de http://www.arqueomex.com/ , muy buenas compañeras de viaje. Dzibanché, con su carretera complicada y en restauración. Kinichná dejando ver su maravillosa acrópolis y el sonido sin fin de aves en la selva y sin nadie. Kohulinch, mostrando los magníficos mascarones y ya con bastantes visitantes. El intento fallido de Rio Bec por culpa del mal acceso ( 25 kilómetros infernales.) Cargamos gasolina en Xpujil y llegó Chicanná espléndida ciudad y mágico entorno. Becán... Y ya eran las 5:30 de la tarde. Hora de buscar hotel. A 1 kilómetro de Xpujil hay un parador de turismo, donde tienen toda la información necesaria. Allá nos mandaron al hotel Debliz, que por 800 pesos, está bastante decente para hacer noche y nos consiguieron guía para Calakmul al día siguiente. La cita era a las 8 de la mañana y su nombre Dámaso. Visitamos por último la zona arqueológica de Xpujil, contemplando la estructura única de tres torres y nos acordamos del hambre que teníamos. En un restaurancito ubicado entre el parador y el hotel dimos por saciada nuestra hambre. El postre fuimos a tomarlo al pueblo de Xpujil, una paleta helada. Después de algún cambio de habitación, nos instalamos, nos bañamos y bajamos al lobby bar a tomar una Montejo. Había que descansar, al día siguiente nos esperaba Dámaso para acompañarnos a Calakmul.

Día 7°.

Desayunamos en el hotel, empacamos y recogimos a Dámaso a las 8 en punto. Pertenece a una especie de asociación o cooperativa de Guías turísticos de la región, perfectamente capacitados y documentados. Él es un zapoteco que ha paseado por bastantes lugares de la República antes de encontrarse en Xpujil con una hermosa jarocha y asentarse en esta tierra. Después de menos de 1 hora de conducción, se llega a la pluma de entrada a la Reserva. Como se atraviesan tierras ejidales, en la pluma te cobran por persona y por coche, 40 pesotes. ¡Pa´que se queden contentos, chingao! De ahí a la entrada al sitio arqueológico son 60 kilómetros de buena carretera asfaltada. Como a medio camino se está construyendo la entrada, el estacionamiento y el museo de sitio. De ahí se irá en camión a las ruinas. El trayecto se hace corto gracias a la charla sobre la vida y la muerte que mantenemos con Dámaso. El entorno es imponente, en medio de la Reserva de la Biosfera Calakmul. 4 horas de visita son adecuadas para darse una buena idea de lo que era aquello, subir a la estructura II y a la IV, ver algunos pajaritos y conocer donde inicia todo según el Popol Vuh, además de charlar con Dámaso, un verdadero placer, de verdad. De regreso a la carretera federal paramos a comer los tres en Conhuas, en el restaurante La Selva, regularón. Enfrente hay otro que puede ser mejor. Nos despedimos de Dámaso deseándonos todo tipo de parabienes para el año que comienza y le pagamos su tarifa 500 pesos. Pusimos rumbo a Ciudad del Carmen, donde teníamos previsto dormir. Es una Isla unida al continente por dos puentes impresionantes, dejando a un lado el mar y a otro la Laguna de Términos. Fuimos directos a un Soriana a comprar algo para la cena, ya que es Fin de Año y la cosas del comer en algún restaurante se podía complicar. Algo de pan, queso, chorizo y vino era suficiente. En el súper le preguntamos a una pareja por algún hotel decente. Nos recomendaron el Hacienda Real y para allá que nos fuimos. Después de registrarnos con un empleado descerebrado y un solo cambio de habitación, salimos a dar un paseo, eran las 8:00 de la noche. Todo cerrado y preparando las cenas de la Noche Vieja. No teníamos ganas de tanta felicidad, asi que en un sitio llamado Bennigans, tuvieron la amabilidad de darnos un trozo de carne asada, una ensalada César y un pastelito de chocolate, que completarían nuestra cena. La disfrutamos en la habitación y a las 10:30 de la noche caímos rendidos.

Día 8°: 1° de enero de 2009.

Amanecimos temprano y en el hotel Holiday Inn logramos desayunar, bastante bien por cierto. Rutina de empacar y al carro. Sin ningún contratiempo, tras un par de paradas técnicas y después de 4340 kilómetros a las 7 de la noche estábamos llegando a casa. Este paseo había terminado. Ya pensamos en el siguiente.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu viaje se ve que estuvo chidísimo.

Her Her dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Her Her dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Excelente reseña, me da muchas ideas de como hacer mi viaje por aquellas tierras. gracias por compartir.